giovedì 1 novembre 2012

SUET DREAMS

Hace algún tiempo, un amigo me deseó las buenas noches con uno de esos juegos de palabras a los que la lengua inglesa tanto se presta. Tuve que consultar el diccionario: no tenía la más remota idea de lo que suet significase. Y a quien no lo sepa, como yo en su día, no se lo voy a decir, para que se levante de la silla, coja un buen diccionario bilingüe, y lo mire. Pero, ¡qué ilusa soy yo! ¡Si ya lo de consultar diccionarios no se estila! Bueno, lo mismo me da: podéis teclear la palabra en google y ya lo sabréis. En fin, a lo que iba... Cuando descubrí lo que suet significaba, la imagen que me vino a la cabeza fue más de pesadilla que de dulces sueños. Por una inevitable asociación de ideas, suet, lard, grease… the image that came to mind went something like this:

“…Los cargaron encima de una plataforma. Primero Lily, y después él, los dos detrás de una larga fila de muchos otros. ¡El suelo se movía solo! Aquello le pareció divertido, pero Lily no se reía. La vio desaparecer detrás de dos cilindros que giraban rápido sobre si mismos. No le dio ni tiempo para pensar: al cabo de unos segundos, sintió como su cuerpo se estremecía al pasar por esos mismos cilindros. Fue el principio de un intenso, pero rápido dolor. 

Luego, se sintió ligero, muy ligero. Y desde allí arriba, donde había llegado sin saber muy bien cómo, vio como un hombre robusto tiraba su cuerpo inmóvil sobre una mesa fría (aquel lugar parecía muy limpio… ¡no le gustaba lo más mínimo!). Y, al lado del suyo, yacía el cuerpo de Lily, abierto en canal. La reconoció enseguida porque solo ella podía ser tan hermosa con el cuerpo partido por la mitad… Acto seguido, dos grandes manos, armadas con sendos cuchillos, abrieron la panza del que era su cuerpo, allí abajo, y empezaron a hurgar dentro de ella, sacando  cosas que en la vida hubiera imaginado que estuviesen allí. La misma suerte le toco a ese cuerpo suyo que yacía inerme. Hasta que, de repente, de su misma tripa empezó a salir una informe masa blanquecina, que comenzó a crecer y crecer como la espuma, rebosando fuera de su cuerpo, sobre la mesa, sobre el suelo, llenando todo el lugar, directa hacía él, que seguía allí arriba, observándolo todo. ¡Aquello le parecía espantoso! Intentó huir. Ya no le importaba dejar atrás su cuerpo… Aquella masa pegajosa consiguió alcanzarle, le rodeó, le tragó en su crecida. Se sentía ahogar… ¡Aquello era el fin!

Y gritó.

Un chillido largo y desgarrado, tan agudo que despertó a todo el mundo, justo pocos segundos antes del canto del gallo (éste nunca llegaría a perdonar semejante intromisión en sus tareas laborales, y a partir de ese día, negó el saludo a los de la pocilga). Estaba asustado, muy asustado. Hasta que un hocico sonriente fue a restregarse contra el suyo.
- ¡Lily! - exclamó, devolviendo la sonrisa. Entonces comprendió que todo había sido solo una horrible pesadilla, y se revolcó feliz en el barro”.

Hasta aquí, un final optimista, para gente sugar and spice and all things nice.
Sin embargo...

“El sol no era todavía alto en el cielo, cuando se oyó un chirrido de frenos provenir de la era. Un hombre corpulento bajó de un camión. Desde su charco, cubierto de barro, oyó al amo protestar al del camión por el retraso y gritarle que mas le valía empezar a cargar los animales, ¡ya!
¡Qué majo era el amo! Feliz, se puso a correr por el charco como un loco, gritando: 
- ¡Arriba todo el mundo! ¡Nos vamos de viajeeeee! -”

Este es el trágico fin de los cerditos que tantas delicias culinarias nos proporcionan. Siempre me pone triste ver a los camiones cargados de esas pobres criaturas, que viajan apelotonadas, ignorantes de su propio destino...
Pero, como siempre hay un lado bueno en todas las cosas (¡que sí que lo hay!), hasta en las historias que acaban mal, aquí os dejo una foto que un cerdito muy feliz me envió el otro día (por WhatsApp, tecnología de largo alcance).


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